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Biografía de Bartolomé Mitre




(1821-1906)


Autor: Felipe Pigna

Bartolomé Mitre:
El gran historiador, polémico político e impulsor de la organización nacional, nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Era hijo de Don Ambrosio Mitre y Doña Josefa Martínez Whetherton. El matrimonio se estableció en Carmen de Patagones y allí nacerían los hermanos de Bartolomé, Emilio y Federico. Sus primeros estudios los realizó entre Buenos Aires y Carmen de Patagones.

A los 14 años, Mitre comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas, “El rincón de López”, regenteada por Gervasio Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es devuelto a su padre con estas palabras: “Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer”. Un año después ya había escrito su primera colección de poesías. Mitre tenía 17 años. Frente a las persecuciones del rosismo, emigra junto a su familia a Montevideo. Allí conocerá a Delfina de Vedia, una bella uruguayita que se convertirá en su esposa y compañera.

“Delfina se presentó a mis ojos como un ángel descendido de los cielos”, escribirá por entonces. Se casaron el 11 de enero de 1841 y tuvieron cuatro hijos: Delfina, Josefina, Bartolomé y Emilio.

En Montevideo inició su carrera militar en el arma de artillería sin abandonar su pasión por las letras expresada a través de sus notas en los periódicos El iniciador y El Nacional entre los años 1838 y 1839.

En 1842, se incorporó a las filas antirrosistas del general Paz y participó en la campaña de Entre Ríos hasta que, derrotadas sus fuerzas en Arroyo Grande, debió regresar a Montevideo.

En la capital uruguaya tomó contacto con los intelectuales antirrosistas emigrados, como José Mármol, Florencio Varela, Rivera Indarte y Esteban Echeverría y participó activamente en la defensa de Montevideo, sitiada por Oribe. Su destacada actuación le valió el ascenso a Teniente Coronel en 1846. Pero ese mismo año decidió abandonar el Uruguay, disgustado con la política de Rivera. Se trasladó a Bolivia donde el presidente Ballivián lo puso al frente del Colegio Militar. Allí también ejerció el periodismo, junto a Wenceslao Paunero y Domingo de Oro, y fundó el diario antirrosista La Época.

Un golpe de estado derrocó al presidente Ballivián y Mitre debió trasladarse primero al Perú y finalmente a Chile, donde residirá hasta 1851.

En ese año, se trasladó a Montevideo y, al enterarse del pronunciamiento de Urquiza, se incorporó al Ejército Grande como jefe de artillería. Tras el triunfo de Caseros, en 1852, fundó Los Debates, diario desde el que fijaría su postura en defensa de los intereses porteños frente al proyecto de Urquiza. Esto le valió el cierre del periódico y un nuevo exilio en Montevideo. Pero pronto podrá regresar a Buenos Aires. El 11 de septiembre de 1852 los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras y la hegemonía de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina a sus principales referentes. La “revolución” del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores.

Posteriormente, en 1855, sería electo presidente de la legislatura bonaerense, y fundaría el instituto Histórico y  Geográfico del Río de la Plata.

En 1857, publicó la primera edición de su Historia del General Belgrano, obra exhaustiva, producto de una profunda investigación.

Mientras tanto, Buenos Aires gozaba de cierto bienestar económico; su economía se iba dibujando alrededor de un puerto que exportaba cereales y ganado e importaba de Europa todo lo demás, desde manufacturas hasta ideas políticas. Así, mientras la Confederación languidecía, Buenos Aires progresaba con un ritmo acelerado. Una moneda fuerte, aceptada en todo el territorio provincial, otorgaba garantías a los capitales extranjeros. La exportación lanera figuraba entre las primeras del mundo.

Hacia 1857, se inaugura el Ferrocarril del Oeste, primer tren del país. Unía la Estación del Parque -hoy Plaza Libertad- y el actual barrio de Flores.

La Ciudad dejaba el mote de “gran aldea” para transformarse, lenta pero inexorablemente, en la “París del Plata”.

Como militar participará con el grado de General en los dos combates contra Urquiza: la derrota de Cepeda en 1859 y la victoria definitiva de Pavón, el 17 de septiembre de 1861.

Mitre que había sido electo gobernador de Buenos Aires en 1860, se transformó tras el triunfo de Pavón en el único hombre en condiciones de encauzar los destinos del país recientemente unificado.

En mayo de 1862, se reunió un nuevo congreso nacional que legitimó la situación de Mitre confirmándolo como encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Se convocó a elecciones nacionales y triunfó la fórmula Bartolomé Mitre y Marcos Paz.

Los nuevos mandatarios asumieron en octubre de 1862 y pronto tropezaron con el primer obstáculo.

El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades nacionales, pudo resolverse transitoriamente a través de la Ley de Compromiso, por la cual los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital definitiva de la república.

En el transcurso del debate de la ley, quedaron claramente manifiestas las dos tendencias del liberalismo porteño; los nacionalistas o mitristas, llamados “cocidos” continuadores de la política de Pavón y los autonomistas, liderados por Adolfo Alsina, llamados “crudos”, pretendían conservar los privilegios de Buenos Aires, particularmente las rentas aduaneras.

Estos nuevos partidos representaban en realidad a la misma clase social y tenían como objetivo casi exclusivo la toma del poder para usufructuar el aparato estatal.

En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de la fuerza fue determinante.

El gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros poderes como los de las provincias, centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión.

La verdadera institucionalización de un ejército nacional ocurrió a través de las distintas formas de enfrentamiento que asumió ese ejército nacional. El ejército implicó, además, un enorme gasto público que llegó a representar en algunos años más del 50 % del presupuesto.

Mitre encargó a un grupo de juristas encabezados por Dalmacio Velez Sarsfield la redacción del Código Civil y la adaptación del Código de Comercio al ámbito nacional.

Se organizaron la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores.

Como elemento de unificación ideológica se crearon los 14 colegios nacionales y sus respectivos profesorados, uno para cada provincia.

Era imposible llevar adelante la política centralizadora sin terminar con el caos fiscal y la anarquía monetaria: en algunas provincias se superponían impuestos y circulaban tres y hasta cuatro monedas diferentes.

La creación de un aparato recaudador nacional fue condición necesaria para financiar las reformas que requería la concreción del programa liberal mitrista.

Durante su mandato, Mitre fue urdiendo una política de alianzas con los sectores conservadores del interior buscando subordinar a las provincias a los intereses porteños. Esta política provocó levantamientos armados como el de los montoneros acaudillados por el riojano Ángel Vicente Peñaloza, “El Chacho”, en 1863, que culminarán en violentas acciones represivas por parte del ejército nacional.

En 1865, estalló la Guerra del Paraguay (o Guerra de la Triple Alianza) y Mitre fue designado General en Jefe de las Fuerzas Aliadas de Argentina, Uruguay y Brasil.

Mitre había hecho un pronóstico demasiado optimista sobre la guerra: “En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en la Asunción.” Pero lo cierto es que la guerra duró casi cinco años. La victoria le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Del millón trescientos mil habitantes que tenía el Paraguay, sólo sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños.

La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza -llamada de la Triple Infamia por Alberdi- sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis. El caudillo catamarqueño Felipe Varela lanzó una proclama llamando a la rebelión diciendo:

“Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Ésta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay, y la unión con las demás repúblicas americanas.”

A pesar de que contaba con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas contra los modernos fusiles de Buenos Aires.

En 1868, culminó su período presidencial y se declaró prescindente en cuanto a apoyar a un candidato a sucesor, dejándole de esta manera el campo libre a Domingo Faustino Sarmiento, quien asumirá ese año la primera magistratura. Mitre, por su parte, fue electo senador por Buenos Aires. En 1869 compró el diario La Nación Argentina, fundado por Juan María Gutiérrez en 1862, y lo convirtió en La Nación, cuyo primer número salió a la calle el 4 de enero de 1870, mientras se libraban los últimos combates de la Guerra del Paraguay, con una tirada de mil ejemplares.

En 1871, como muchos porteños, cayó enfermo de fiebre amarilla. Tras su recuperación el presidente Sarmiento le encomendó una misión diplomática en Brasil para terminar de definir los límites modificados tras la Guerra del Paraguay.

En 1874, se presentó nuevamente como candidato a la presidencia. Ante el triunfo del tucumano Nicolás Avellaneda, denunció fraude y se sublevó contra las autoridades electas pero fue derrotado por las tropas leales, dirigidas por el coronel Julio A. Roca. Fue detenido y trasladado al Cabildo de Luján. Durante sus cuatro meses de prisión escribió el prólogo para su Historia de San Martín y de la independencia sudamericana.

Tras dedicarse a sus investigaciones y a la labor periodística, en 1890, volvió a la acción. La desastrosa administración de Juárez Celman, con su estela de negociados y corrupción, fomentó la unión de la oposición en un gran frente conocido como la Unión Cívica, bajo la conducción de Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem.

El 26 de julio de 1890, la Unión Cívica decidió pasar a la acción. Estalló la “Revolución del Parque”. Mitre decidió ausentarse del país, dejándole todo el peso de la conducción del movimiento a Alem, quien, a pesar de contar con cierto apoyo militar, fue derrotado.

Este hecho y las negociaciones posteriores concretadas por Roca y Mitre, que desembocaron en la renuncia de Juárez Celman y la asunción de Carlos Pellegrini, fueron vistas por Alem como una traición a los postulados de la Revolución del ’90. Esto condujo a la ruptura de la Unión Cívica en dos nuevos partidos: la Unión Cívica Nacional, encabezada por Mitre, y la Unión Cívica Radical, encabezada por Alem.

Mitre influyó decisivamente a través de su prestigio político y de su diario en los gobiernos que se sucedieron entre 1890 y 1906, el año de su muerte. Nada se hacía en las filas conservadoras sin consultar a “Don Bartolo”, que se reservaba la última palabra.

En 1894, fue electo nuevamente senador nacional y participó activamente en los debates sin dejar de lado la escritura. Publicó por esos años su Estudio bibliográfico-lingüístico de las obras del Padre Luis de Valdivieso sobre el araucano.

En 1901, al cumplir 80 años fue objeto de grandes homenajes y festejos. Pasó sus últimos años dedicado a la dirección de La Nación y a la traducción de La divina comedia de Dante Alighieri. Falleció a los 84 años el 19 de enero de 1906. Una multitud acompañó sus restos hasta la Recoleta.




Biografía e historia de Cristobal Colon







El año de 1451 nació en Génova (Italia) Cristóbal Colón, hijo del cardador de lana Doménico Colombo y de Susana Fontanarossa. Su familia era de tradición tejedora y mantenía un taller en la parte baja de la ciudad. Desde muy joven, Cristóbal demostró que no tenía intenciones de mantenerse ligado a los oficios manuales y comenzó a probar suerte en el mar.
En la década de 1470, Colón recorrió el mar Mediterráneo, llegando hasta la isla de Quío (o Chío) y a las aguas de Túnez. Luego viajó hasta Inglaterra, desde donde realizó una travesía a Islandia. A su regreso se estableció en Portugal y se dedicó, junto a su hermano Bartolomé, a dibujar cartas marinas (portulanos) para venderlas en Lisboa. De esa manera, los Colón se vincularon a importantes geógrafos de la época como Fernão Martins o Paolo del Pozzo Toscanelli.

En esta misma época Cristóbal aprendió un latín rudimentario que le serviría para leer las obras de los sabios. Además, fue comisionado a efectuar un viaje a las islas de Madera para adquirir un cargamento de azúcar. En 1479 se casó con Felipa Moniz de Perestrello, hija del primer gobernador de Porto Santo de Madera, con quien tuvo a su hijo Diego, futuro virrey de las Indias. En 1483, Colón tuvo la oportunidad de conocer las factorías portuguesas en las costas de África. Con todo este bagaje trazó su proyecto de alcanzar las Indias por el oeste. La etapa portuguesa de Colón culminó en 1485, cuando, rechazado su proyecto por una comisión designada por el rey Juan II y muerta su esposa, se trasladó a España junto a su hijo.
Acogido por los franciscanos del convento de La Rábida en las cercanías del puerto de Palos, y ayudado por el ex-confesor de la reina Isabel la Católica, fray Juan Pérez, Colón presentó su proyecto a los Reyes Católicos, quienes, tras dos rechazos, en abril de 1492 le otorgaron las Capitulaciones de Santa Fe. Poco antes había tenido a su segundo hijo, Hernando, fruto de la unión con Beatriz Enríquez de Arana.
Una vez concluido el viaje que permitió a Colón arribar a costas americanas, continuó realizando empresas para la corona de España. Sin embargo, a pesar de haber emprendido tres viajes más hacia América y ser reconocido como un gran navegante y explorador, nunca llegaría a saber que había alcanzado un continente desconocido para los europeos de aquel entonces. Asimismo, tuvo que enfrentar muchos problemas, tanto con la corona como con los primeros pobladores de la isla La Española, debido a su incompetencia como administrador y gobernador de las nuevas posesiones. Falleció en Valladolid en 1506.