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El Exodo Jujeño, cuadro de pintor anónimo de mediados del siglo XX. (Museo Histórico Provincial de Jujuy)
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La derrota de Huaqui echó por tierra las esperanzas norteñas de un fácil triunfo por el norte. Los hombres salvados del desastre son recibidas por Pueyrredón en Jujuy y bajan lentamente hasta Salta. En Yatasto los encuentra Belgrano, el nuevo jefe, quien recibe los 8O0 hombres, reliquia del ejército del Norte, sin armas, desmoralizados, incapaces al parecer de luchar, otra vez, contra los hombres de Goyeneche. "La deserción es escandalosa - escribe al gobierno - y lo peor es que no bastan los remedios para convencerla, pues ni la muerte misma la evita: esto me hace afirmar más y más en mi concepto de que no se conoce en parte alguna el interés de la patria, y que sólo se ha de sostener por fuerza interior y exteriormente".
La tarea que debe realizar es agotadora: reorganizar los cuadros, disciplinar los soldados, abastecer el ejército, dar ánimos a la población, crear, solo, en un puesto donde la improvisación puede ser falta para todos, un ejército armónico, disciplinado, apto para luchar contra los aguerridos regimientos que comandan los españoles. Se vuelve, entonces, ordenancista al extremo. Su rigor, su inflexibilidad, su intolerancia para cualquier falta del servicio, le enajenan la popularidad entre la mayoría, pero salvan á todos y con ello a la patria. Dentro de las rígidas normas que establece en su ejército, se forman hombres que ilustrarán las armas argentinas: Manuel Dorrego, José María Paz, Gregorio Aráoz de Lamadrid, Cornelio Zelaya, Lorenzo Lugones. Son jóvenes entusiastas en cuyas almas arde la llama inextinguible de un patriotismo exaltado.Goyeneche permanece, mientras tanto, detenido en el Norte por la insurrección cochabambina. Hasta Jujuy se dirige, entonces, Belgrano y en la vieja ciudad celebra, en 1812, el 25 de mayo. Por segunda vez presenta al pueblo y a los soldados la bandera de su creación, que es bendecida al término del tedéum por el deán de la Iglesia Matriz don Juan Ignacio de Gorriti.
Nuevamente el gobierno lo reprende por su actitud; Belgrano dolorido, responde en una nota: "La bandera la he recogido y la desharé...". Otras preocupaciones se suman: el estado sanitario de las tropas es deficiente, el paludismo hace estragos, los efectivos del ejército no aumentan en la cantidad que las circunstancias requieren, y Goyeneche, libre ya su retaguardia, se dispone a entrar en territorio argentino por la puerta grande de Humahuaca.
En agosto de 1812 se produce la invasión del ejército español, compuesto de 3.000 hombres, a las órdenes del general Pío Tristán, primo de Goyeneche y como él, natural de Arequipa. El 23 de agosto de 1812, dispuesta ya la retirada, lanza Belgrano su famosa proclama a los pueblos del norte: "Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, os he hablado con verdad... Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres . . . ".
Jujuy responde heroicamente al llamado patriótico. Y como en los viejos éxodos de la historia, todo un pueblo marcha con sus soldados - hijos de su seno - guiados por quien, sabedor de que esa es su hora de gloria, va sereno, hacia el campo de las Carreras, donde el drama ha de resolverse luego de treinta días de incertidumbre y duelo. La gente debía llevarse todo lo que podía ser transportado en carretas, mulas y en caballos. Y así lo hizo. Los pobladores siguieron a Belgrano cargando muebles, enseres y arreando el ganado en tropel. Cuando el ejército español llegó a las inmediaciones, encontró campo raso. Las llamas habían devorado las cosechas y en las calles de la ciudad ardían aquellos objetos que no pudieron ser transportados. Todo era desolación y desierto. El éxodo llegó hasta Tucumán, donde Belgrano decidió hacer pie firme. Pero la vanguardia realista había perseguido y hostigado a los patriotas y finalmente las atacó. El 3 de septiembre de 1812 se libró el Comabte de Las Piedras, a orillas del río del mismo nombre. En esta ocasión la victoria fue para los patriotas.
Cómo logró Belgrano la adhesión de todo un pueblo
* Por Andrés Mendieta *
"El Héroe del Éxodo, el general Manuel Belgrano, poseído de un alma blanca y sentimientos magnánimos era un trasunto de la belleza espiritual ática, cuya inteligencia había sido alimentada por la continua y meditada lectura de la filosofía antigua y el clasicismo de Homero o Virgilio, Plutarco o Suetonio."
En 1920 el profesor Teodoro Saravia así lo definió al creador de la Bandera durante una conferencia que pronunció en el Colegio Nacional de Jujuy conmemorando un nuevo aniversario de la orden impartida por el jefe militar para que los jujeños abandonaran la ciudad sin dejar nada que pudieran aprovechar los realistas que venían avanzando triunfante desde el Alto Perú. A este patriótico episodio se registró el 23 de agosto de 1812.
Al renunciar Pueyrredón a conducir el Ejército de Norte y retornar Juan José Castelli a la ex capital del virreinato, El gobierno de Buenos Aires designó a Manuel Belgrano para reorganizar la fuerza y marchar hacia el norte. No fue fácil su tarea. Estableció el campamento general en Campo Santo y posteriormente lo traslada a Jujuy donde reorganizó las tropas; atendió los asuntos políticos; levantó el nivel moral y patriótico de los pobladores; esfuerzo que no fue acompañado por el gobierno de Buenos Aires.
Corría el año 1812. Los realistas estimaban que había llegado el momento adecuado para recobrar lentamente el virreinato del Río de la Plata después del grito de Mayo de 1810. El desastre de Huaqui (río Desaguadero) considerado por los historiadores como producto de un ejército desmoralizado, indisciplinado, sufriendo la falta de recursos, armamentos y diezmado por el paludismo; sin valor combativo regresó a Salta al frente de Juan José Viamonte para luego continuar hacia el sur bajo las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón ante la asechanzas de ser atacado y destruido por Goyeneche, jefe realista, nacido en Arequipa (Perú), al frente de cuatro mil se aprestaba a avanzar sobre Buenos Aires en conocimiento que el segundo triunvirato prevalecía serias desavenencias entre sus componentes.
Es así como el ejército realista inició su marcha desde el Alto Perú debiendo soportar en el trayecto algunos conatos subversivos en Cochabamba obligándolo a distraer su atención sobre el objetivo trazado. Aquí encomendó a operar en toda la zona al general Pío Tristán.
Ante el eminente peligro que los españoles de recuperaran estas tierras el Triunvirato decidió trasladar la fábrica de armas instalada Tucumán hacia Córdoba Belgrano no lo juzgó conveniente y el taller continúo funcionando en su lugar de origen y, posteriormente, en un colegio religioso de Los Lules.
A los efectos de buscar un impedimento para que las fuerzas invasoras avanzaran hacia el sur de la actual Bolivia le ordenó a Antonio González Balcarce, en su calidad de jefe de vanguardia, se trasladase hasta Humahuaca y estudiar las posibilidades de apoyar a los patriotas de Cochabamba. En su marcha Balcarce no perdió tiempo en reclutar milicianos formando una caballería gaucha.
Mientras tanto Belgrano en Jujuy hizo bendecir, en la Catedral, una bandera con el propósito de contagiar el sentido de patria entre los vecinos del lugar. No obstante las medidas adoptadas para contener a los realistas dispusieron que los jujeños abandonaran la ciudad sin dejar nada que pudieran aprovechar sus enemigos. El ejército español venía aplastando todo foco de resistencia patriótica desde Cochabamba y decidió que los jujeños abandonaran la ciudad llevando consigo todo tipo de armas, ganado vacuno, caballares, mulares y lanares; levantar la cosecha de las plantaciones y los comerciantes embalar su mercadería y remitirla a Tucumán. Nada debía quedar para los invasores.
Este hombre de gran talento también dictó severas sanciones, imponiendo una férrea disciplina llegando al fusilamiento, para todos aquellos que "por sus conversaciones o por hechos, atentara contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese; a los que imperasen desaliento.
Nada detuvo a Manuel Belgrano en su objetivo, episodio que enorgullece al país con el histórico: "Éxodo Jujeño".
Manuel Belgrano fue el último en ausentarse la ciudad deshabitada. Para acosar a las tropas de Pío Tristán quedó en la retaguardia patriota Eustaquio Díaz Vélez.
El combate de Las Piedras
En Cobos el hostigamiento adquirió mayor violencia. Los hombres estaban cansados por el duro trajín hasta llegar a desmoralizarlos. Allí el temple de del creador de la Bandera se hizo notar con energía. Mandó a fusilar a dos soldados y aplicarles severos castigos a algunos oficiales. Los realistas envalentonados ante este ejército que se retiraba, el 3 de setiembre de 1812, decidieron cargar sobre la retaguardia.
Inmediatamente Belgrano cambió de posición y atacó a Tristán derrotándolo completamente, dejando en el campo de batalla dos oficiales y cincuenta y ocho soldados muertos, varios heridos, cuarenta prisioneros y ciento cincuenta fusiles. Este combate se lo conoce como el de Las Piedras
Con esta acción facilitó a Tucumán prepararse para recibir al ejército invasor el 23 del mismo mes en una batalla confusa. Pero las fuerzas del general Belgrano derrotaron completamente al enemigo.
Los españoles reconocieron la derrota, más no admitieron rendirse, y se retiraron hacia Salta.
El Éxodo Jujeño debe figurar en los frisos más altos de la veneración popular por la actitud heroica, donde el aporte de cada uno de los jujeños es el sacrificio que pone el sello excepcional de una acción.
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Exodo Jujeño
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