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Historia de la Independencia de Sudán
Desde 1956 hasta el acceso al poder de al-Bashir (1989)
El 1º de enero de 1956 se declara la independencia. Dos años después se celebran las primeras elecciones desde entonces, en las cuales triunfa el partido Umma de los mahdistas. En Darfur, los mahdistas ganan en 19 de las 22 plazas. Las otras tres quedan en manos de la hermandad árabe, la Unión del Valle del Nilo (UVN). Pero tan seguros se sentía el Umma de la fidelidad de Darfur que no se molestaron en demostrar su agradecimiento ni fidelizar su voto con acciones que favorecieran la región.
Sayid Abd al-Rahman al-Mahdi dirigía el Umma como si se tratara de un negocio familiar en el que los habitantes de Darfur sólo contaban como votos, pero no como ciudadanos y ciudadanas beneficiarios de sus políticas. Aún así, votar a los republicanos (PRS) o la UVN era impensable, por lo que los darfurianos estaban atrapados con los mahdistas sin recibir nada a cambio.
La milicia mahdista de Darfur llevaba navajas y arpones y apoyaba al Umma, aunque realmente peleaba por obtener un mísero lugar en la “secta familiar”.
El sentimiento de crisis y abandono era tan grande que los partidos prácticamente abdicaron en manos de la Armada (el Brigadier General Ibrahim Abboud) cuando inició un golpe de Estado en noviembre de 1958. La desconfianza se instaló entre los árabes Abd al-Rahman al-Mahdi murió dejando el Umma en manos de su nieto Sadiq al-Mahdi, de “estilo nepotista y manipulador” según el investigado Gérard Prunier.
En mayo de 1965, Sadiq al-Mahdi y el Umma ganaron 76 de las 173 bancas sudanesas (y 16 de las 24 de Darfur). Se creó el Comité Constitucional para establecer una Constitución de Sudán. Allí se enfrentaban tres posturas: Una constitución islamista, defendida por la Hermandad Musulmana; una secular, apoyada por Sudan Sur y algunos norteños de postura secular; y una constitución con “orientación islámica”, respaldada por los unionistas.
Hassan al-Turabi, un líder joven y dinámico de la Hermandad Musulmana defendía el proyecto de la constitución islámica. Los delegados de Darfur, los montes Nuba y los montes del mar Rojo se oponían a ella porque a pesar de ser musulmanes concebían a la constitución islámica como una treta para consolidar la hegemonía del norte y centro en detrimento de las poblaciones del sur, este y oeste del país.
El término “árabe” se comenzó a utilizar para definir despectivamente a la elite que desde el régimen turco-egipcio se repartían el poder y la riqueza, en oposición al de “árabes tribales” bajo el que se agrupaban los árabes del oeste y las tribus Beja del este. De este modo surgieron las primeras divisiones dentro de la Hermandad.
En diciembre de 1963, Ahmed Ibrahim Diraige había fundado el Darfur Development Front (DDF). Aunque Diraige es de origen fur, el DDF estaba abierto a todas las tribus árabes (nómades, criadores de ganado, de cultura más cercana al Islam) y no-árabes (tribus sedentarias, agricultoras, de cultura más vinculada a la tradición fur, también llamadas africanas) que compartían la misma sensación de alienación con respecto a Jartum.
El Umma también se dividía en dos facciones en 1968. Sadiq al-Mahdi se alió con el DDF para obtener el voto no-árabe; y su tío, Imam al-Hadi, se concentró en los árabes. Como los electorados estaban muy vinculados (incluso por matrimonio) entre sí, ambos exacerbaron la retórica racial-cultural para ganar votos: Se decía a los no-árabes que Darfur había sido abandonado por culpa de los árabes. Pero la marginalización económica y social de Darfur era regional, no social ni cultural.
En las elecciones de febrero, el DDF y el Umma de Sadiq ganaron conjuntamente 13 de las 24 bancas, mientras que el Imam al-Hadi se quedó con 7. Pero sólo un año más tarde, el mahdismo se reconciliaba para enfrentarse al golpe del Coronel Jaafar al-Nimeiry, quien arrestó a Sadiq al-Mahdi y mató a al-Hadi en 1969.
Todos los partidos sectarios fueron marginados por el nuevo régimen militar, apoyado por los socialistas, según los autores.
Chad traslada su violencia a Darfur
Mientras tanto, en Chad la mala administración era fermento revolucionario intelectual y generaba tensiones étnico-religiosas entre el norte musulmán y el sur cristiano. En 1965 las tensionas habían conducido a una de las guerras civiles más largas del continente. En consecuencia, en 1966 nació el FROLINAT, Front de Libération Nationale du Tchad (Frente de liberación nacional de Chad), un movimiento guerrillero musulmán que se había gestado en Nyala, la capital de Darfur Sur.
Al comienzo, el gobierno golpista de Jaafar Nimeiry apoyaba al FROLINAT, una organización del norte musulmán que luchaba contra el Presidente Tombalbaye, sureño y cristiano. Nimeiry permitía al FROLINAT que se organizara en el territorio de Darfur, pero terminó por expulsarlo luego de los violentos enfrentamientos de noviembre de 1971 que dejaron docenas de muertos en esta provincia.
Por entonces, el coronel revolucionario Muammar Gaddafi, que había tomado en 1969 el poder en Libia, comenzaba a interesarse en el conflicto de Chad como parte de su apoyo a los movimientos revolucionarios del mundo en pos de una supremacía árabe.
En noviembre de ese año, Gaddafi concedió al FROLINAT bases en Libia y manejó positivamente la imagen del movimiento en los medios. Después resucitó el conflicto libio-chadiano por la franja de Aozou. Gaddafi también había apoyado el régimen de Nimeiry en Jartum porque lo veía como un movimiento revolucionario de nacionalismo árabe; pero cuando Nimeiry rechazó su ayuda para luchar contra los cristianos independentistas del sur de Sudán y negoció con ellos un acuerdo de paz en 1972, Gaddafi entregó su apoyo a la creación de la Unión Árabe (Tajammu al-Arabi) en Darfur, una organización pro arabista militantemente racista que destacaba el carácter árabe de su provincia.
Época de sequía y desconfianzas
En la década de 1970, se desató la sequía y la consecuente hambruna en el Sahel, la franja semiárida que separa al Sahara del resto del África más fértil al sur. Miles de integrantes de las tribus Toubou y Zaghawa (no-árabes) migraron desde el norte de Chad a Darfur, donde eran recibidos como árabes por las tribus africanas tradicionales.
Este hecho, sumado al hambre y las armas que traían los norteños desataron enfrentamientos inmediatamente. El chadiano y cristiano Tombalbaye fue asesinado por uno de sus oficiales en 1975 y fue reemplazado por el general Félix Malloum, provieniente también del sur cristiano.
Preocupado por la presencia de militantes de Sadiq Abdel Majid al-Mahdi en Trípoli, Nimeiry adoptó una actitud conciliadora hacia el nuevo Presidente de Chad, lo que significaba para Gaddafi otro signo de traición a la causa árabe. En julio de 1976, unos 1200 milicianos sudaneses, equipados y entrenados por Libia, entraron en Jartum, pero fueron reprimidos y aniquilados en 3 días. Los habitantes de Darfur acusados de simpatizar con los insurgentes fueron cazados y asesinados, con un saldo de 3000 muertos y toda una provincia en estado de shock.
En su lucha contra Gaddafi, Nimeiry entregó su apoyo al líder rebelde chadiano Hissen Habré, antilibio y anti Félix Malloum. Destituyeron a Malloum en 1979 y Nimeiry permitió a Habré que sus Forces Armées du Nord (FAN) se establecieran en Darfur, donde también fueron mal recibidos como “árabes”, causando nuevos estragos entre sus pobladores.
Darfur abandonado a su suerte
Ante el manoseo político y estratégico de Libia, Chad y Jartum, las tribus de Darfur se encontraron obligadamente en la disyuntiva de declararse árabes (progresistas o revolucionarias) o africanas (anti-árabes y reaccionarias). La región de Darfur era entendida por la comunidad internacional como una tierra donde se enfrentaban árabes y africanos en un conflicto agravado por intereses políticos, con una administración provincial manipulada para apoyar o combatir alternativamente las políticas regionales, y víctima de una sequía causante de la desertificación que desmanteló los medios de vida de los árabes.
Diversos autores denuncian que, ante esta situación, el Gobierno de Sudán (GoS) permaneció impasible y no asumió estrategia alguna que redujera el nivel de conflictividad. Otros incluso, como Alex de Waal o Gerard Prunier, hablan de una complicidad del Gobierno con los grupos armados árabes.
En su libro War in Darfur and the Search for Peace, Alex de Waal dice: “Las milicias tribales fueron identificadas como una amenaza para la estabilidad nacional ya en la década de 1980, hasta el jefe del estado mayor escribió al primer ministro sobre este tema en febrero de 1989. (…) Todos los que han estudiado la milicia remarcan que han sido respaldadas por la armada y la inteligencia militar. Aún así, esta es una relación ambivalente marcada por la desconfianza mutua. Las milicias que fueron creadas durante la guerra, -destacando la (milicia baggara) murahaliin armada a mediados de 1980 para combatir el SPLA (movimiento rebelde del sur de Sudán)- luego mostraron independencia de sus anteriores patrocinadores. (...) Las milicias tribales son más que una herramienta barata de contrainsurgencia, son también una faceta de la estrategia del centro para gobernar las periferias”.
Por su parte, el investigador de la Universidad of Omdurman Ali Haggar, establece el origen de los janjaweed en la unión de la política de Darfur con la movilización militar de lo árabes chadianos apoyados por Libia durante las décadas de 1970 y 1980.
Ante la incipiente democracia cristiana en Chad a principios de 1970 los gobiernos sudanés y libio organizaron a los árabes de ese país política y militarmente en pos de un proyecto “arabizador” de África. Las medidas represivas contra los árabes en Chad también provocaron su exilio a estos dos países vecinos produciendo cambios en el mapa demográfico de Darfur.
El Gobierno de Nimeyri garantizaba a estos árabes seminómadas la ciudadanía, el acceso a la tierra y los recursos naturales. En menor medida, otros chadianos no árabes también migraron a Darfur mezclándose con los árabes por miedo e intereses personales. Una de las vías importantes por la que los inmigrantes chadianos ganaron poder y acceso a la tierra fue a través de las reformas del sistema de administración nativa. El Gobierno manipuló el sistema a favor de los recién llegados.
Según el investigador, a lo largo de la historia Darfur ha recibido pacíficamente a la inmigración de África occidental. Pero lo que confirió un carácter problemático a la inmigración chadiana es su conexión con los grupos armados que poco a poco fueron orientando su acción también hacia el objetivo de hacerse su propio espacio en Darfur.
En un intento por aumentar la preponderancia de las necesidades de la población local en las acciones de los gobiernos provinciales, se incluyeron en ellos personas de cada territorio. La medida se adoptó en todas las provincia, excepto Darfur, cuyo gobernador provenía del valle del Nilo; al-Tayeb al-Mardi, era un militar que Nimeiry colocó estratégicamente para mantener controlado el apoyo de Sudán al chadiano Habré. A su vez, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos había abierto una estación en la El-Fashir, capital de Darfur Norte y controlaba a su vez a Habré y Nimeiry.
En llamasLlegados a este límite las personas de Darfur iniciaron protestas en todo Sudán y tres estudiantes murieron en las revueltas. En enero de 1980, ante la posibilidad de perder el poder sobre la base de operaciones anti-libia, Nimeiry despidió a al-Tayeb al-Mardi y convocó al fur líder del DDF, Diraige, quien creó un gabinete técnico y apolítico y renunció al patronato político mahdista; el abogado fur desactivó la “bomba de tiempo” árabes versus no-árabe seleccionando un gobierno de gran amplitud étnica, con simpatizantes del DDF que habían dedicado su tiempo y atención a la provincia en el pasado.
El conjunto debía enfrentarse a: el abandono administrativo de años, otra escalada del conflicto árabe-no-árabe, el conflicto de Chad reintroduciéndose en Darfur, y la amenaza de hambruna por la desertificación y la sequía.
Sus proyectos de desarrollo eran respetados pero no tenían impacto real en la agricultura local, y la situación de las lluvias era crítica. El norte era cada vez más incultivable, forzando a las tribus seminómades a moverse en forma permanente compitiendo por los terrenos de pastoreo sedentario que quedaban hacia el sur.
Jartum no respondía a los mensajes urgentes de Diraige que pedía agua y advertía que una hambruna asolaría Darfur en 1984 sino recibían asistencia alimentaria inmediata. Cuando Diraige se presentó personalmente en Jartum, Nimeiry se negó a recibirlo y el líder darfuriano evitó el arresto por muy poco, exiliándose primero en Arabia Saudí y luego a Europa.
La Agencia de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) reportó en 1984 un déficit alimentario de 39.000 toneladas en la región. En agosto de ese año, Nimeiry se vio obligado a solicitar ayuda mundial por 160.000 toneladas. Las organizaciones humanitarias organizaron campamentos para asistir a las entre 60 y 80.000 personas desplazadas que se dirigían hacia Jartum en busca de alimentos. La hambruna amenazaba extenderse por todo el país. Los Estados Unidos de América ofrecieron dinero y comida con el objetivo de mantener la estabilidad en un país al que veía como un baluarte contra la dictadura de Gaddafi y el comunismo etíope, según la opinión de los analistas. Pero no fue suficiente y en 1985 se declaró una huelga general que derrocó al gobierno de Nimeiry y dejó el poder en manos del general Swar ed-Dhahab, quien prometió elecciones en un año.
La ayuda alimentaria que envió Estados Unidos se perdió en el camino y la gente seguía muriendo de hambre. Las estadísticas al respecto eran altamente contradictorias aunque se estima que la sequía dejó 95.000 muertos en una población de 3.1 millones. Libia aprovechó la confusión reinante en 1985-86 para ganar terreno en Darfur.
Darfur vuelve a decidir el destino político sudanés
En las elecciones convocadas por ed-Dhahab, Darfur regía una vez más el panorama electoral ya que representaba el bastión sudanés del voto al Umma de Sadiq.
En lugar de premiar su apoyo, el Presidente electo Sadiq Abdel Majid al-Mahdi prometió la apertura militar de Darfur a Libia a cambio de fondos para su campaña, dando origen a la manipulación de un Darfur malherido por el hambre y la falta de expectativas.
Según reseña, el historiador Gerard Prunier, todos sabían en Darfur que Diraige, el “africano nativo” había sido obligado a dimitir por el Gobierno; el mismo Gobierno que había preferido resguardar los intereses de la elite del valle del Nilo -intereses “árabes”- en lugar de actuar contra una hambruna previsible en la región. La hambruna afectaba por igual a árabes y no árabes en la región, pero esos eran otros árabes.
El Gobierno de Nimeiry, junto con los insurgentes chadianos, había causado un reguero de destrucción en la provincia en su lucha anti-libia y había provisto armas baratas en cantidad aún bajo la amenaza creciente de la hambruna.
Con el gobierno de transición Libia había vuelto a la región apoyando a nuevos grupos de chadianos anti-Yamena, parcialmente sustentados por los grupos nómades más “árabes”, víctimas de la hambruna. La presencia libia, parcialmente tolerada por el gobierno provisional y activamente respaldada por el posterior gabinete de Sadiq, corroía como ácido las heridas sociales y económicas que eran reinterpretadas en términos cada vez más étnicos y raciales.
Según Prunier, el mensaje que se extendía en ambas partes era en estos términos: “Los árabes no se preocupaban por la hambruna que el gobernador africano había tratado de prevenir. Por lo que los africanos trataban de cobrárselas con las víctimas árabes impidiéndoles pastorear. Los árabes eran ladrones que se apoderaban del ganado en manos de los egoístas africanos, quienes a su vez disparaban a los árabes que trataban de recuperarse de la hambruna. Los árabes eran asesinos que obtenían armas de las tropas libias y los insurgentes chadianos para robar lo que podían a los africanos”. Los mitos raciales basados en medias verdades crecían a pesar de que su origen real era más bien político y doméstico.
Desde el exterior se promovía la idea de la superioridad internacional árabe. Los sucesivos gobiernos de Jartum desde el condominio anglo-egipcio, no se habían preocupado nunca por Darfur; y los líderes del valle del Nilo enfrentaban a ambas comunidades para evitar aparecer como responsables de haber abandonado a ambas.
En 1986 los darfurianos eran la mayoría de los soldados convocados por Sadiq Abdel Majid para reprimir la rebelión del sur de Sudán -cristianos que reclamaban su independencia de un gobierno que los mantenía al margen de todo poder-, por lo que la región occidental se encontraba desprotegida.
Por su parte, Libia se preparaba en Darfur para invadir Chad con tropas compuestas tanto por rebeldes chadianos como por sudaneses. Eran las Brigadas Internacionales de la revolución árabe. Pero entre el 17 y el 24 de abril de 1986, el ejército chadiano entró en Darfur y las atacó destruyendo sus posibilidades golpistas. En 1987, la organización política de la región volvió a ser en base a las administraciones nativas, por tribus. Nimeiry había abolido en 1971 el sistema de organización local originario del antiguo sultanato, aunque éste seguía funcionando en la práctica para resolución de disputas y otros asuntos. La violencia se iba instalando y surgían grupos que se enfrentaban entre ellos, hasta que la situación en Darfur quedó totalmente fuera del control de Jartum.
Los enfrentamientos no respondían realmente a ninguna contrainsurgencia específica. Sadiq Abdel Majid intentó montar la Fuerza Especial de Darfur para reestablecer el orden y Gaddafi devolvió el golpe disparándole a él y a su nuevo Jefe de gabinete. De todas maneras, en 1989 Darfur estaba prácticamente en manos de Libia, que había vencido también en Chad.
Una nueva sequía y una serie de políticas pobremente coordinadas provocaron una nueva hambruna -que requería 1.2 millones de toneladas de comida-.
El investigador Roland Marchal refiere que el líder chadiano Hissen Habré aprovisionó de armas a grupos étnicos para que se enfrentaran a las múltiples y diversas tribus zaghawa; y permitió que sus tropas cruzaran la frontera varias veces a Darfur para incendiar, violar, saquear y matar masivamente. Como había pocas diferencias entre los asentamientos zaghawa chadianos y sudaneses, estos últimos también se convirtieron en un objetivo.
Idriss Déby era entonces jefe de Estado Mayor de la armada y consejero de seguridad en la presidencia). Deby resolvió las diferencias internas de las tribus zaghawa tanto de Sudán como de Chad construyendo una alianza de los miembros de la tribu que hablaban francés contra los que hablaban árabe y finalmente se hizo con el poder de Chad el 2 de diciembre de 1990.
Mientras el caos reinaba en Darfur, en junio de 1989 Sadiq al-Mahdi fue derrocado por un nuevo régimen islámico encabezado por Omar al-Bashir, quien asumió el control de Sudán.