Un breve recorrido por la historia nos lleva a consignar los momentos salientes de la defensa de la Soberanía Nacional.
La Codicia
Volver a 1845 lleva a la consideración de los problemas que debía enfrentar el país en relación a otras potencias. Por una parte Brasil con su política de expansión territorial sin respetar la línea de límites impuestos en 1493 por el Tratado de Tordesillas, el país vecino buscaba apoderarse del territorios sobre el Río de La Plata.
Por otra parte las potencias europeas que intentaban conquistar nuevos mercados para sus productos miraban estas tierras que producían muy buena y barata materia prima para la época.
El único interés de Europa era extender su poder económico y para ello era necesario acabar con el gobierno de Juan Manuel de Rosas que se oponía a los intereses de países desarrollados que pretendían una libre navegación de puerto a puerto desconociendo el derecho de reservarse para sí el comercio exterior.
Uruguay dividida en "Blancos" y "Colorados" especulaba con la simpatía que los primeros sentían por Rosas.
El Restaurador
Durante su gobierno, Juan Manuel de Rosas tuvo que enfrentar conflictos con potencias extranjeras, que en algunos casos llegaron a la agresión abierta a la soberanía del país. Los más conocidos son los que provocaron los dos bloqueos: El de 1838 por parte de Francia, entre cuyas causas se destaca la exigencia por obtener tratamientos especiales para sus súbditos por encima de la ley vigente y que se resolvió finalmente con el Tratado Mackau-Arana en 1840, y el enfrentamiento de 1845 en Vuelta de Obligado.
Independencia y sentir nacional
Juan Manuel de Rosas amparándose en el Derecho Internacional y viendo que no había forma de llegar a un acuerdo para que se respetaran los derechos como nación, da a conocer un comunicado dónde expresa que consideraría “piratas” a quienes navegasen el Paraná sin autorización.
Al fracasar el último intento de evitar un enfrentamiento armado, no le dejaban otra alternativa que prepararse para defender la soberanía y resistir, ante la férrea idea de las potencias europeas de navegar por el río Paraná para llegar hasta Corrientes y Paraguay para comercializar sus productos.
Guillermo Brown
Almirante irlandés, argentino por adopción y reconocido como el primer Almirante de la fuerza naval,
llegó al Río de la Plata a fines de 1809 y se radicó en Montevideo para ejercer el comercio.
Tomó parte en varias oportunidades ante el acoso de las fuerzas brasileras, y al terminar la guerra con Brasil decidió retirarse a la vida privada porque no quería tomar parte de los conflictos internos entre unitarios y federales, pero el bloqueo a que es sometido Buenos Aires por las fuerzas inglesas y francesas obligaron al Almirante a volver a la actividad.
-En 1842 derrotó al italiano José Garibaldi quien apoyaba a las fuerzas de Rivera en aguas del río Paraná.
-Cuando estaban sitiando las costas de Montevideo, Rosas le pidió que regrese a Buenos Aires y es en ese momento cuando Francia violando los acuerdos firmados se apodera de la escuadra argentina al mando del marino irlandés
Ante estas circunstancias el Gobernador le ordena al jefe del departamento militar del Norte con asiento en San Nicolás Lucio Norberto Mansilla, intervenir como "su experiencia lo dictara".
Lucio Norberto Mansilla, lugar y estrategia
El General Mansilla, apuraba las defensas en la zona norte de la provincia de Buenos Aires y decidió concentrar su resistencia Paraná abajo, en el lugar conocido como Vuelta de Obligado, Partido de San Pedro.
No sólo fortaleció este punto sino que también mandó a preparar una defensa sobre el Paraná Pavón, colocando cadenas para cerrar el paso. Eran precauciones que tomaban a medida que pasaban los días y recibía información sobre la posición de las flota anglo francesa.
La zona fue elegida por ser un punto estratégico e interesante ya que el río no tenía más de 700 metros de ancho. En este lugar y en un montículo de tierra se ató el juego triple de cadenas, traído desde Buenos Aires, cruzando sobre la popa (parte trasera de la embarcación), el centro y la proa (parte delantera) de 24 lanchones desmantelados ubicados de este lado de la costa hasta terminar amarradas al Bergantín Republicano, único barco de guerra con 6 cañones de gran calibre en la orilla opuesta, al mando del Capitán de Marina Thomás Craig quien debía repeler el fuego enemigo y defender las cadenas
El sitio también fue elegido por la pronunciada curva que formaba el río, obligando a recostarse en sus márgenes para navegarlo.
Las armas y fuerza de combate
Además de las cadenas se colocaron en puntos estratégicos cuatro baterías con diferentes cantidad de artillería.
-La primera llamada Restaurador Rosas, ubicada aguas abajo de las cadenas tenía seis cañones comandados por el Ayudante de Marina Álvaro de Alzogaray
-La segunda también ubicada aguas debajo de las cadenas llamada General Brown, contaba con cinco cañones al mando de Eduardo Brown, hijo del Almirante irlandés.
-La tercera batería, General Mansilla, al frente del Teniente de Artillería Felipe Palacios, contaba con tres cañones de menor calibre que los anteriores y era la única colocada a nivel del río.
-La batería colocada aguas arriba de las cadenas llamada Manuelita -al frente del Teniente Coronel Juan Bautista Thorne- tenía siete cañones colocados sobre sus correspondientes cureñas.
Tuvieron participación el cuerpo de Artillería, Infantería, Caballería y soldados del Regimiento de Patricios más todas las fuerzas que se presentaron desde San Pedro, Baradero, San Antonio de Areco, todos vecinos de entre 15 y 70 año reunidos por el Juez de Paz de cada poblado, quienes también estuvieron en el combate.
Facundo Quiroga (hijo) también estuvo presente en la batalla comandando un cuerpo nutrido de campesinos y soldados de la caballería e infantería del Regimiento de Milicia Nº 4 con asiento en San Nicolás.
Reforzando la defensa tres lanchones cargados con piezas de pequeño calibre: El Místico, el Restaurador y el Lagos con un cañón cada uno.
El enemigo cada vez se acercaba más con toda su flota superando en número al grupo patriota.
La flota enemiga
El día 18 de Noviembre se logró realizar un reconocimiento del punto de navegación de las flotas invasoras, contando éstas con la siguiente composición en sus escuadras:
Inglesa: Vapor Gordon y Firebrand con 6 cañones cada una; Corbeta Cadmus con 18 cañones. Bergantínes: Fanny; Dolphin y Philomel con 14 cañones en total.
Estos cañones eran de la línea Pyesar, los primeros que se utilizaban en la guerra y los cohetes Congreve que nunca se habían utilizado en América, estaban acompañados de 600 infantes de marina para el desembarco.
Francesa: Vapor Fulton, con dos cañones; Bergantín Pandour, con diez cañones; Corbeta Expeditive, con dieciséis cañones; Goleta Procide con tres cañones y la Fragata San Martín elegida como nave insignia con 18 cañones Paixans -la embarcación que se le quitara al Almirante Brown cuando desde Montevideo se dirigía hacia Buenos Aires-. A esta artillería la acompañaban 200 infantes de marina para el desembarco.
A ambas flotas se sumaban los barcos carboneros para abastecer a los de vapor, con un cañón cada uno.
Detrás de estos once barcos de guerra se alineaban 90 buques mercantes de diferentes nacionalidades preparados para comercializar en Corrientes y Paraguay sus manufacturas y a su vez llevarse diferentes tipos de materia prima del próspero territorio bonaerense.
Días anteriores al combate
El 18 de Noviembre la flota anglo-francesa fondeaba aguas abajo de Obligado, muy cerca de las baterías, pero lejos del alcance de los cañones argentinos.
Esa misma noche el General Mansilla se acercó sigilosamente para realizar un reconocimiento de la formación de la flota enemiga y al ser visto fue repelido con disparos de fusil.
El día 19 las condiciones climáticas eran totalmente desfavorable, las lluvias intermitentes impedían cualquier acercamiento y el viento no ayudaba a las naves enemigas, las cuales debían navegar aguas arriba y para esto sus velas necesitaban viento a favor, salvo las de vapor que tampoco podían acercarse por la falta de visibilidad. Durante la noche Lucio Mansilla emprendió su segunda ronda de reconocimiento.
El día 20 amaneció con neblina cerrada, pero con correr las horas se fue disipando. Ese momento fue aprovechado por las flotas enemigas para ordenar la primera y segunda división con cuatro naves cada una, posicionándose cerca de la costa.
La fragata San Martín llevaba la delantera y debía responder a los ataques del Republicano, quien defendía las cadenas.
Proclama de Mansilla
"Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra patria al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra república, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos" (...) ¡¡¡Mueran los enemigos!!!. Trémole en el río Paraná y en sus costas el pabellón azúl y blanco, y muramos todos antes que verla bajar de donde flamea" (...)
Los cuerpos caerían, pero las voces se alzaban entonando el Himno Nacional, voces que nadie haría callar, ni aún el desembarco de las naves francesas que soberbias navegaban por el Paraná.
Cinco años antes, la creación del Batallón de Patricios de Buenos Aires y fueron ellos quienes se desempeñaron con bravura y sin mesura, formados en cuatro Batallones y bajo la orden del General Lucio Mansilla entonaron a viva voz las estrofas de la canción patria.
El combate: primer intento
Una vez que los acordes del himno nacional terminaron y al grito de ¡Viva la patria!, todo estaba listo para el gran enfrentamiento y las naves enemigas respondían al fuego de los pequeños cañones argentinos con un menor alcance, pero con el sentir patriótico que llegaba más allá del Paraná dispuestos a dar la vida por la defensa de la Soberanía.
El general Mansilla aprovechó el momento y sueltó los brulotes (embarcaciones de vela no tripuladas, repletas de materiales combustibles e inflamables) contra las naves enemigas.
Al ser arrastrados por la corriente dejaron espacios que fueron aprovechados por las flotas enemigas para avanzar aguas arriba.
El primer intento de cortar las cadenas estuvo a cargo de la fragata San Martín -la nave insignia de los franceses, que lograron arrebatarle al Almirante Brown-. Pero cuando intentó hacerlo el viento se calmó por completo obligándola a anclar, porque era arrastrada aguas abajo por la corriente, expuesta al fuego de las baterías criollas, quedando fuera de combate sin poder recibir ayuda de las otras naves francesas, qudando libres de las manos enemigas..
En esta instancia el General Lucio Mansilla le comunicó al Gobernador Juan Manuel de Rosas que los enemigos aún no habían podido cortar las cadenas, pero que era sabido que no podrían defenderlas mucho más debido a la superioridad del invasor.
Segundo intento
Luego de dos fracasos de la nave francesa Fultón por cortar las cadenas y ante la muerte de su maquinista, es el vapor inglés Firebrand quien logra cortarlas y avanzar para posicionarse frente a las baterías argentinas.
Al ver que ya nada podía hacer el Capitán Craig, resuelve destruir su propia embarcación para que no quedara en manos del enemigo. Y es así que las cadenas quedan a merced de las flotas europeas.
Cadenas rotas
Al cortar las cadenas las flotas enemigas enfilaron sus cañones y se enfrentaron en fuego cruzado con las últimas municiones de los argentinos sedientos de gloria aún sabiendo que llevaban las de perder.
Alzogaray al frente de la batería Restaurador Rosas intentó no rendirse, pero después de casi ocho horas de lucha no pudo evitarlo al quemar su último cartucho.
Juan Bautista Thorne con una resistencia soberana, sostuvo la batalla respondiendo al desembarco enemigo. El Teniente Coronel pasó a la historia como el "sordo de Obligado" luego que el estallido de una bala enemiga lo dejara sin audición para el resto de su vida.
Nueve horas de combate
A las cinco de la tarde las baterías quedaron abandonadas por falta de municiones. La circunstancia fue aprovechada por los enemigos para comenzar a desembarcar y enfrentarse a los incansables y valientes argentinos, con Lucio Mansilla al frente.
Sin clases sociales y sin títulos que ostentar todos lucharon por igual: Los Infantes del Batallón de Patricios de Buenos Aires, los Infantes de Patricios de San Nicolás y los del Batallón del Norte dispuestos a pelear hasta el último suspiro, sin amedrentarse ante el desembarco de los ingleses arrollando y desafiando las bayonetas enemigas.
Se acercaron los marinos a las primeras baterías, y fueron repelidos con los pocos proyectiles que quedaban para la defensa.
¡Hieren al General! Pero no es tiempo de pensar, ni de lamentar. Fue reemplazado inmediatamente por el Coronel Francisco Crespo, el cual ordena al jefe del Batallón de Patricios de Buenos Aires, Coronel Ramón Rodríguez sostener la lucha hasta el final.
Muy poco había por hacer ante la falta de municiones y tan solo con las bayonetas que se hincaban sin perdón en los cuerpos enemigos. No renunciaron ante el continuo desembarco, ni siquiera ante el bombardeo de las naves enemigas Expeditive, Procide y Philomel.
Esta épica e inflexible resistencia duró hasta apagarse el día, junto con muchas vidas entregadas por la Soberanía Nacional.
Sin nada más por hacer para resistir, los pocos que quedaban se fueron replegando hacia los montes, pero dejando en la banda enemigas averías y sobrevivientes que con el paso del tiempo reconocerían el valor casi demencial de los bravos de Obligado, sumándose a la heroica defensa los civiles reunidos por el Juez de Paz de San Pedro, Benito Urraco.
Las grandes deferencias entre argentinos y anglo-franceses:
-Piezas de artillería: cohetes Congreve (nunca utilizados en estos lugares), hacían que el enemigo se sintiera seguro.
-Modernos cañones Paixans que disparaban balas de 80 libras contra las criollas que eran de 20 libras como máximo.
-Las naves de guerra extranjeras, superaban altamente en número y en artillería.
-El número de combatientes extranjeros eran el doble que los patriotas.
-Basta experiencia en enfrentamientos bélicos por parte de los anglo-franceses.
-Luchar por la soberanía a diferencia de las dos potencias extranjeras que combatían por el mero hecho de incorporar esta parte del continente a su mundo comercial.
Después de la Batalla
A pesar de la derrota y la dispersión de muchos combatientes; los anglo-franceses no pudieron avanzar tierra adentro, porque el enfrentamiento no terminó en Obligado.
La resistencia de un pueblo que no quería ser sometido se hizo notar al acompañar a Juan Manuel de Rosas en las diversas negociaciones llevadas a cabo.
La flota enemiga debió permanecer en el lugar por más de treinta días reparando sus naves, despejando el lugar para que la flota mercante pudiera navegar hacia el norte, pero sólo la mitad logró el objetivo, el resto decidió regresar a Montevideo y no exponerse a circunstancias nada favorable.
En cuanto a los restos del enfrentamiento los anglo-franceses destruyeron las defensas que quedaron intactas. Quemaron y arrojaron al río todo aquello que para ellos no tenía ningún tipo de valor como baterías y cañones y transportaron a sus naves los cañones de bronce que aún estaban enteros.
Reconocimientos por la defensa de la Soberanía
Más allá de los ideales políticos muchos reconocieron en el General Juan Manuel de Rosas un sentimiento nacionalista y la audacia de enfrentar a dos grandes potencias como Francia e Inglaterra.
-El general San Martín reconoceió esta firmeza obsequiándole su sable.
-Los 21 cañonazos con que debieron saludar la bandera argentina por parte de las fuerzas enemigas intervinientes.
-El fin de los bloqueos navales a los puertos argentinos.
Las mujeres de Obligado
Muchas mujeres lucharon a la par de sus esposos, hijos y hermanos.
Josefa Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, María Ruiz Moreno, Carolina Suárez, Francisca Navarro y Faustina Pereira, encabezadas por Petrona Simonino quien las representa en una placa ubicada en el sitio histórico, colocada por el Círculo Tradición Nacional el 20 de noviembre de 1935
Los muertos de Obligado
Muchos son los que dejaron su vida por defender la soberanía no sólo de nuestros ríos.
Casi todos los que manejaron las baterías murieron en combate, inclusive mujeres que se negaron a abandonar a sus esposos, hijos o hermanos.
Se podría decir que la Vuelta de Obligado es un campo Santo, porque en el río, en sus costas, en las barrancas quedaron muchos cuerpos cuyas almas pasaron a ser parte del histórico Combate.
Para no echar al olvido a los valientes que se enfrentaron a las dos potencias del mundo en el siglo XIX se colocó una placa recordando para cuatro de ellos en representación de todos los olvidados, cuyos nombres quedaron escritos solamente en el agua de un río que esconde en sus profundidades restos de una historia por años olvidada y ahora recuperada.
El poder de las armas
Aunque parezca insólito en el año 1985 y muy cerca del lugar del enfrentamiento Rubén Batalla, vecino de Vuelta de Obligado encuentró sepultada una bala que estalló igual que en 1845 frente al General Mansilla.
Muchos restos quedaron sembrados en el lugar, bombas y cargas de metrallas, inclusive sin explotar que siguen apareciendo cuando vecinos del lugar o investigadores recorren la zona de la batalla.
Lo que hay que ver y leer
En el sitio de las cadenas se encuentran diferentes placas recordando a todos los héroes de Obligado. A partir del primer homenaje en 1934, se han colocado año tras año diferentes recordatorios a los caídos en combate.
Por otro lado en el parque de la soberanía, creado más tarde, se puede recorrer la participación de las diferentes fuerzas de combate, como también la Proclama del General Mansilla y en un simbólico eslabón de cadena gigante de acero se encuentra el recipiente dónde se prende año tras año la llama votiva para recordar y homenajear a todos los que han luchado por la soberanía en este bello paraje de Vuelta de Obligado.
La Bandera de Obligado
Como si fuera poco llevarse los restos de Obligado, los ingleses fueron más allá y arrebataron la bandera símbolo de patriotismo y de resistencia.
Ni siquiera el enemigo pudo olvidar la valentía de aquellos que ganaron un lugar en la historia nacional.
Quizás por alguna razón que va más allá es que 40 años después el Almirante inglés Sullivan decidió devolver la bandera que cobardemente mancharon con sangre y arrebataron a los valientes de Obligado. No sólo entregó el símbolo que llevaron como trofeo sino que revela una verdad oculta por muchos años:
"La bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en aquella época la componían. Si el Regimiento de Patricios no existe, yo pediría que cualquiera de los miembros sobrevivientes de su familia que la acepten en recuerdo de las muy bravas conductas, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado. Los que luchamos contra ellos y habíamos presenciado la abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que habían salido ilesos hasta el fin de la acción".
Esta bandera fue devuelta en el Consulado de la Argentina en Londres, un 26 de Octubre de 1883.
Para destacar
Uno de los primeros médicos argentinos, Dr. Savino O´Donnell, recibido durante el 2º gobierno de Juan Manuel de Rosas, era hijo de Francisca Mansilla, hermana de Lucio Norberto, por lo tanto sobrino carnal del General Mansilla y sobrino político del Gobernador Juan Manuel de Rosas.
Dispuesto a ofrecer con devoción su servicio a la patria, se encuentró formando parte de la gesta de Obligado, atendiendo a todos aquellos heridos en cuerpo y alma por las armas y las embestidas enemigas.
Es considerado uno de los primeros cronistas de guerra, por los innumerables testimonios que dejó no sólo del combate de Obligado sino a lo largo de su participación por las defensas de nuestra patria.