Años después se le encuentra al mando de una nave de pabellón británico que fue apresado por los franceses y conducida a Metz con su comandante.
Brown consigue fugarse y llegar a Inglaterra tras no pocas peripecias. Contrajo allí matrimonio en 1809 y emigró hacia él Río de la Plata, a donde llega el mismo año. Después de una breve permanencia en Montevideo se traslada a Buenos Aires y se compra una Goleta llamada “Industria” para realizar un servicio regular entre Buenos Aires y Montevideo.
Al producirse la Revolución de Mayo se adhiere al movimiento y en 1814 acepta el mando de una escuadrilla para hacer frente a las interferencias de los buques españoles.
El gobierno de Buenos Aires compra y arma la fragata Hércules, los bergantines Zephoys y Nancy y la goleta Juliet. Se les reúnen después. las goletas Julieta y Fortunata, la cañonera Tortuga y el falucho San Luis, con los que el 10 de marzo hace rumbo a Martín García, isla en la que desembarca.
Luego se dirigió a Montevideo y el 17 de mayo tuvo una gran victoria sobre los buques realistas, superiores en número y armamento. Cooperó positivamente en el sitio a Montevideo, plaza que bombardeó y cuya rendición, ocurrida en junio, debiose en gran parte al asedio marítimo.
El Supremo Director Posadas, lo ascendió a Coronel, como premio a su comportamiento. Tuvo prisionero a borde del Hércules al Gral. Vigodet que regresó a España al cabo de 14 días.
Brown tuvo que regresar a Buenos Aires a consecuencia de una herida que habla recibido en combate y el gobierno lo designa Comandante General de la Marina. Por los efectos de esa herida queda cojo para toda la vida. Posteriormente, se retira a su quinta de Barracas, donde permanece alejado de la vida pública hasta que en 1826 lo llama a servicio el presidente Rivadavia.
Ese año combate en el puerto de la Colonia contra la escuadra brasileña, resultándose adversa la suerte, hasta que con once embarcaciones mal pertrechadas y con una tripulación pobre derrota a los brasileños que mandaban 31 unidades.
Este fue el histórico combate naval de Los Pozos, realizado el 11 de junio de 1826. Al ario siguiente el 9 de febrero, volvió a derrotarlos en Juncal. Obtiene una nueva victoria en Monte Santiago, pero en. ese combate pierde la vida el capitán Francisco Drummond, novio de su hija Elisa Brown, la cual al enterarse de la noticia se suicida.
Este hecho marca en la vida psíquica del marino una de las etapas decisivas de la neurosis que llegó a dominarlo. En 1829, vuelve a la vida privada y en 1837 hace un viaje a su país natal.
A principios de 1841, Rosas le confía la misión de crear una escuadra para hacer frente a Jadel Gral. Riveraya los buques extranjeros que tanto le molestaban con sus agresiones.
El 27 de febrero hacía flamear su insignia de Almirante en el bergantín Belgrano. En mayo derrotó a los riveristas frente a Montevideo y en 1842 venció a la escuadra adversaria mandada por Garibaldi.
En 1843 Rosas encargó al Almirante Brown que estableciera el bloqueo del puerto de Montevideo, al iniciarse el siíio terrestre de esta plaza por el ejército del general Oribe. Brown izó su insignia en el “BELGRANO”, (capitán Thorne) constituyendo el resto de su escuadra: el “25 DE MAYO”, el “SAN MARTIN” y el “9 DE JULIO”.
El bloqueo de Montevideo por mar empezó a comienzos de febrero de 1843, pero la intervención del comodoro inglés Purvis aflojó completamente la influencia de aquél, desconociéndolo y prácticamente imposibilitándolo en toda forma. Grandes sinsabores cosió a Brown este bloqueo y después de numerosos inconvenientes por la intromisión británica, el Almirante regresó a Buenos Aires, el 16 de mayo.
El 29 y 30 de este mes prestó eficaz auxilio a numerosas embarcaciones arrojadas sobre la costa del puerto por el violento temporal que se desencadenó en estos días. El 19 de junio volvió a zarpar para Montevideo, aunque no en son de escuad’a bloqueadora. El 6 de septiembre Brown recibía en aquellas aguas orden del ministro Arana de extender el bloqueo de víveres hasta el puerto de Maldonado, y finalmente, a comienzos de octubre se restablece con todo rigor desde el último punto hasta Montevideo.
En 1843 bloquea Montevideo por orden de Rosas, bloqueo que la intervención británica hizo fracasar. En 1845, se vió forzado a regresar a Buenos Aires obligándolo las escuadras europeas a firmar un documento por el que se comprometía, dada su calidad de británico a no intervenir más en aquella contienda.
Con intermitencias producidas por la intervención de las marina anglo-francesa, el almirante Brown prosiguió ejerciendo el bloqueo frente a Montevideo y Maldonado hasta el 2 7 de junio de 1844, en que llegó a Buenos Aires a bordo del “BELGRANO” y se desembarcó después de una ausencia de más de un año, pues no había regresado desde su partida el 1 9 de junio del año anterior.
El coronel Toll fue su relevo en el mando de la escuadra, frente a Montevideo. No obstante esto, el año sigu’ente volvió Brown a tener bajo su mando las fuerzas bloqueadoras de Montevideo, pues había continuado al mando de la marina rosista. El 31 de julio de 1845, ante la presión de las escuadras anglo – francesa, se vio obligado a regresar a Buenos Aires y entregar antes de llegar a este puerto (no lejos de Montevideo), el “SAN MARTIN”, “25 DE MAYO” y la “9 DE JULIO” después de haber recibido el buque insignia de Brown un impacto a la altura de la cámara del Almirante.
En los 3 barcos izaron el pabellón extranjero. A Brown y demás oficiales de nacionalidad británica, les obligaron a firmar un compromiso de que no volverían a intervenir más en aquella contienda Brown llegó a Buenos Aires el día 7 de agosto de 1845. Fue su último acto de vida marítima.
A mediados de 1847 estuvo en la plaza sitiada de Montevideo, en viaje de paseo a Inglaterra. En aquella plaza “fue perfectamente recibido”, según expresa De María, y permaneció varios días. Había salido de Buenos Aires el 23 de julio de aquel año. Regresó de Irlanda al poco tiempo.
En 1853 fue miembro de la “Junta de Marina” cuyo objeto principal era reformar la armada del Estado de Buenos Aires. En 1854, se embarcó para los Estados Unidos a fin de acompañar los restos del general Alvear. los que fueron depositados en el Cementerio de la Recoleta, el 26 de julio de aquel año.
El 3 de marzo de 1857 falleció en esta capital.
Fallece en Buenos Aires el 3 de marzo de 1857.
Brown simboliza toda la historia naval argentina, dice Bartolomé Mitre “No teníamos astilleros, ni maderas, ni marineros, ni nuestro carácter nos arrastraba a las aventuras del mar, ni nadie se imaginaba que sin esos elementos pudiéramos competir algún día sobre las aguas con potencias marítimas que enarbolaban en bosques de mástiles centenares de gallardetes. Este prodigio lo realizó el Almirante Brown en los momentos de mayor conflicto en las dos guerras nacionales que ha sostenido la Argentina”.
Brown era casado con doña Isabel Chitty, natural de Inglaterra, y los hijos del matrimonio fueron: Guillermo, Juan Benito, Eduardo, Martina, Rosa y Natividad Brown. Al Almirante le sobrevivió su esposa. El cadáver de Brown permaneció diez años en el sepulcro del general Paz, hasta que su familia le erigió el mausoleo donde reposa .
El hermano del Almirante, MIGUEL BROWN, llegó a Buenos Aires tiempo después de su hermano Guillermo. Por un convenio que celebró este último el 1º de septiembre de 1815 con el Gobierno de las Provincia Unidas, Miguel Brown fue nombrado comandante de la fragata “HERCULES” cuando se resolvió que Guillermo quedase en Buenos Aires.
El cuñado del almirante Brown, Watel Dawes Chitty, fue designado para mandar la “TRINIDAD1”. Pero como se ha dicho en la biografía del Almirante, este último zarpó a cargo de los dos buques, contrariando las órdenes del Gobierno, el 15 de septiembre del mismo año. Al día siguiente el último envió una nota a Brown invitándolo a regresar a lo que no dio cumplimiento, y continuó su viaje relatado más arriba.
Hemos visto la actuación de Miguel Brown en la empresa contra Guayaquil. Este último realizó todo el crucero por el Pacífico y de regreso a las aguas del Atlántico Sur, llegó hasta Río Grande (Brasil), donde fue desembarcado por hallarse atacado de fiebre, y la falta de médico a bordo no le permitía proseguir la expedición con su hermano. Regresó a Inglaterra una vez curado.
En abril de 1828, Miguel Brown volvió al Río de la Plata, precisamente cuando aún su hermano ejercía las funciones de gobernador delegado del general Lavalle que se hallaba en campaña.
PARA SABER MAS…
LAS PRIMERAS FUERZAS NAVALES ARGENTINAS
Al triunfar la revolución de Mayo e instalarse el gobierno provisional, la situación naval apareció como claramente desfavorable: los leales a. España conservaron en su poder la plaza rival de Montevideo y disponían allí de una. considerable flotilla integrada por unas treinta naves de mediano y pequeño porte que hostigaron a la ciudad de Buenos Aires e incursionaron por los ríos litorales en los primeros meses de la guerra por la Independencia.
El gobierno revolucionario, por su parte, contaba con pequeñas embarcaciones de escaso valor real. Entre fines de 1810 y principios de 1811 se trató de subsanar esa situación encomendando la tarea al vocal de la Junta Grande Francisco de Gurruchaga (ex combatiente en Trafalgar bajo el mando de Cisneros). Acondicionó embarcaciones precarias y recurrió principalmente a marinos de origen extranjero, y así logró armar una pequeña escuadrilla: la goleta “Invencible”, el bergantín “25 de Mayo” y la balandra “Americana”. Los comandaba el maltes Juan B. Azopardo y entre sus jefes se hallaba el francés Hipólito Bouchard. En conjunto sumaban 200 tripulantes y 33 piezas de artillería. Pero fueron derrotados por una fuerza española más potente en San Nicolás (marzo de 1811).
Mejor suerte le correspondió a la fuerza naval organizada en 1814 con destino al segundo sitio de Montevideo: conducida por el irlandés Guillermo Brown, la flamante marina argentina logró el dominio del estuario y batió exitosamente a los realistas en el combate de El Buceo (14 al 17 de mayo de 1814). En su parte al gobierno, Brown -tras reseñar los accidentes de la lucha y las bajas causadas al enemigo- afirmó; “Creo que de este modo las armas de la Patria han alcanzado completa victoria sobre una fuerza muy superior…”. Esa “completa victoria” hizo así posible la captura de Montevideo, que fue estimada por José de San Martín como la mayor victoria obtenida hasta entonces por las armas emancipadoras. El factor naval fue también decisivo en la posterior expedición libertadora de San Martín al Perú.
La guerra de corso, recurso habitual en la época, fue también empleada contra la navegación realista. Las acciones más destacadas en este sentido fueron obra de los ya citados Brown y Bouchard. Este último, al mando de la fragata “La Argentina”, realizó un viaje en torno del globo hostilizando el tráfico enemigo en el Pacífico. El gobierno concedió también patentes de corsario a marinos extranjeros que llevaron la guerra a España bajo pabellón celeste y blanco, sin haber tocado siquiera el puerto de Buenos Aires (fue el caso de los norteamericanos que operaron, por ejemplo, desde Baltimore).
elogios importantes para la mujer
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FRENTE A JOSÉ GARIBALDI: El 15 de agosto de 1842 el Almirante Brown en aguas del Río Paraná en Costa Brava, derrota a una fuerza naval riverista que era comandada nada menos que por el héroe italiano José Garibaldi “Déjenlo escapar, ese gringo es un valiente” es la orden que Brown le imparte a sus subordinados cuando pretendían perseguirlo para ultimarlo.
Producida la caida del régimen que encabezaba Rosas, muchos marinos fueron eliminados del escalafón activo de la Armada, pero no el Comandante de la Escuadra de la Confederación. Por el contrario, el Ministro de Guerra y Marina le cursa al Almirante Brown una comunicación manifestando: “El Gobierno con esa medida ha consultado la decidida predilección a que VE. tiene títulos por sus viejos y leales servicios a la República Argentina en las más solemnes épocas de su carrera”.
Retirado en su quinta de Barracas fue visitado por Grenfell que había sido su adversario en la guerra contra el Brasil Al manifestarle aquél cuan ingratas eran las Repúblicas con sus buenos servidores, contestó el anciano Almirante: “Señor Grenfell no me pesa haber sido útil a la patria de mis hijos: considero supérfluos los honores y las riquezas cuando bastan seis píes de tierra para descansar de tantas fatigas y dolores”.
El 3 de marzo de 1857 fallece el Almirante Brown y el gobierno decretó honras al ilustre marino que, como decían los considerandos de la resolución oficial “simboliza las glorias navales de la República Argentina y cuya vida ha estado consagrada constantemente al servicio público en las guerras nacionales que ha sostenido nuestra patria desde la época de la independencia”.
El General Mitre en ocasión de despedir los despojos mortales, dijo de Brown: “Brown en la vida, de pie sobre la popa de su bajel, valía para nosotros por toda una flota”