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Se sanciona Ley de Derechos Diferenciales






JUSTO JOSE DE URQUIZA

A mediados del siglo XIX, la sanción de la ley de derechos diferenciales por parte de Justo José Urquiza multiplicó las actividades del puerto.


La sanción de la ley de derechos diferenciales en 1856 por parte del gobierno de la Confederación Argentina, que encabezaba Justo José de Urquiza, significó el despegue de Rosario como puerto y como ciudad.

   A través de esa medida, que establecía reducciones arancelarias para las mercaderías introducidas directamente en los puertos confederados y doble impuesto para las que hubieran tocado los muelles porteños, Rosario encontró un lugar de privilegio en un contexto internacional caracterizado por la expansión y consolidación del capitalismo como sistema productivo predominante.

   Dentro de un clima global marcado por las ideas de ciencia, progreso y liberalismo, el incipiente estado argentino buscaba su forma definitiva en un proceso que las provincias y Buenos Aires disputaban palmo a palmo.

   En ese escenario, la figura de Urquiza era todo un emblema desde lo político, lo militar y lo económico. Hombre fuerte en Entre Ríos, intentó impulsar la organización constitucional y federal de la república enflaqueciendo las ambiciones bonaerenses.

   Rosario, en buena medida, resultó beneficiada del impulso federalista de Urquiza. Desde 1852, el acuerdo de San Nicolás declaraba la libertad de tránsito y la libre navegación de los ríos, la supresión de las aduanas interiores y la libre circulación de los productos nacionales y extranjeros entre las provincias.

Ciudades-puerto. Durante los años de la Confederación Argentina se consolidaron las bases de este nuevo orden económico y político, que progresivamente penetró en el desarrollo de las ciudades como puertos exportadores, y como focos de actividades de intercambio.

“El impulso de las ciudades-puerto y el proceso de conformación y consolidación del estado nacional se potenciaron mutuamente, Rosario se constituyó en un foco de importancia del proceso expansivo de la economía agroexportadora y fue un centro de recepción y expansión de nuevos grupos”, se asegura en la colección Nueva Historia de Santa Fe dirigida por el historiador Darío Barriera.

   Ese mismo año Rosario fue declarada ciudad, aunque hasta 1860 no logró su organización municipal, lo que la mantenía presa del manejo casi exclusivo del poder que ejercían el jefe político, y del jefe de policía.

   También por esa época se construyó el primer teatro, se publicaron los primeros periódicos y se conformó la primera sociedad de beneficencia.

“Los denodados intentos por sacar adelante las finanzas de la Confederación urquicista pusieron a Rosario en el centro de atención, especialmente por la ley de Derechos Diferenciales y las subvenciones recibidas”, se afirma en el tomo 5 de la colección.

Aparición de los bancos. A mediados del siglo XIX, las cuentas de la flamante Confederación Argentina sangraban al no poder contar con los recursos que concentraba la todopoderosa aduana de Buenos Aires.

“Buenos Aires seguía teniendo el mando de la economía, y en la aduana porteña se encontraba gran parte de esos recursos que faltaban en el resto del territorio”, explica el libro.

   Fue justamente la necesidad de encontrar una salida a la crisis financiera de la Confederación la razón que llevó a Urquiza a sancionar en 1856 la ley de Derechos Diferenciales, que entró en vigencia un año después, en 1857.

   A través de es medida, el jefe entrerriano buscaba encontrar la manera legal de aplicar un impuesto mayor a los productos que ingresaban al interior del país luego de pasar por el puerto de Buenos Aires, lo que favorecía a aquellos que lo hicieran a través de la terminal rosarina.

“El flujo de mercancías, particularmente en Rosario, se alimentó con los privilegios que le otorgaba el sistema de derechos diferenciales, que establecía reducciones arancelarias para las mercaderías introducidas directamente en los puertos confederados”.

   Para potenciar ese desarrollo, se necesitaba generar un sistema bancario acorde a los movimientos financieros de un puerto de ultramar.

Hasta ese momento, la actividad de la banca era incipiente en la Confederación, ya que sólo operaba el Banco Nacional de Paraná, y otro instalado por el Barón de Mauá

   Algunos comerciantes intentaron abrirse paso en un sector donde todo estaba por hacer, como el español Carlos Casado, empresario y latifundista que dejaría una fuerte marca en todo el sur santafesino.

   La década de 1860 estuvo signada por la instalación de bancos locales e internacionales: el Banco de Londres, Buenos Aires y el Río de la Plata; el Banco de la provincia de Santa Fe; The London and Brazilian Bank; el Banco Carlos Casado; el Banco Rosario de Santa Fe; el Banco Ferrocarril General Argentino, y la Sociedad de Crédito Territorial de Santa Fe.

   Algunas entidades estrecharon su relación con el gobierno a través de contratos que, como en el caso del Banco Rosario, le otorgaban la recepción de las rentas fiscales de la ciudad o que, como en el de la Sociedad de Crédito Territorial, le garantizaban el depósito de las rentas provinciales a cambio de adelantos de dinero.

   El banco Carlos Casado, por su parte, recibió un fuerte impulso en las etapas iniciales de la guerra del Paraguay (1865-1866) a través del capital que ingresaba bajo la forma de suscripciones para personeros de guerra, y para sostener la manutención de familias afectadas por el conflicto.

Por esos tiempos se frustró un proyecto de promover a Rosario como capital de Argentina.

   “Rosario fue la cabeza visible de dos procesos fundamentales en la etapa de consolidación del modelo agroexportador capitalista del siglo XIX, y la provincia de Santa Fe se convirtió en el escenario de una experiencia renovadora: la política de colonización fue estímulo para miles y miles de inmigrantes”, concluye el libro.