Otra de las mujeres que tomó la pluma como recurso para alzar la voz fue Rosa Guerra. Escritora y periodista, fue la primera dramaturga publicada, con su obra “Clemencia”. Fiel a sus convicciones feministas y lucha por los derechos de la mujer, no dudó en escribir una novela que desafiaba todos los estándares de la época: Lucía Miranda, editada en 1860, que cuenta la historia de amor entre una dama española y un cacique indígena. Nunca contrajo matrimonio y murió a los 34 años.
Antes de eso profesó la enseñanza y dirigió el colegio privado que regenteaba Ana Bevans, en el barrio de Belgrano. Su militancia también se hizo pública con la impresión de su propio periódico: La Camelia, nacido el 11 de abril de 1852, hasta el 20 de junio del mismo año, con la salida de 31 números. Fue un bisemanario, publicado por la imprenta Republicana luego de la caída de Juan Manuel de Rosas. Además de sus escritos, contaba con la colaboración anónima de varias mujeres, bajo el eslogan “Libertad! No licencia; igualdad entre ambos sexos”. Sus propuestas bregaban por la igualdad social y emancipación femenina, con un tono discursivo combativo, destinado a resistir las doctrinas de secularización social vigentes.
“Libertad para nuestro sexo, libertad únicamente limitada por la razón por la equidad. Los hombres pretenden enajenar para sí solos la libertad; es decir, quieren ser exclusivamente libres y empiezan por no saber ser justos” (La Camelia, 1852).