Anton Raphael Mengs
Anton Raphael Mengs nació en Aussig, Bohemia, el 12 de marzo de 1728, hijo del pintor, Ismael Mengs, de quien se convirtió en su discípulo.
Llevado a Roma para estudiar con Marco Benefial y Sebastiano Conca de 1741 a 1744, se dijo que Anton Raphael era a veces encerrado durante la noche por su padre en las habitaciones de Rafael en el Vaticano para hacerle copiar las obras del maestro, un severo pero no atípico ejemplo de la pedagogía del siglo XVIII.
En 1744, viviendo en Dresden, el artista de 16 años pintó retratos muy bien logrados en colores pastel, particularmente de miembros de la corte sajona. Nombrado pintor de la corte sajona en 1746, Mengs pronto regresó a Roma para continuar sus estudios de arte antiguo y renacentista. Allí se convirtió al catolicismo, se casó y se estableció como uno de los pintores más importantes de la ciudad, en ese momento el centro artístico más internacional de Europa.
Su estudio de la escultura antigua y de los maestros del Alto Renacimiento, Miguel Ángel, Rafael y Correggio, se convirtieron en la base de su estilo personal. Su amistad con Johann Joachim Winckelmann, el célebre defensor del regreso a la "noble simplicidad y la grandeza tranquila" del arte antiguo, influyó en la mayoría de sus teorías artísticas. Sin embargo, a pesar de este clasicismo elevado y, a menudo, demasiado intelectualizado, Mengs conservó parte de la encantadora vitalidad y frescura del rococó, especialmente en sus retratos.
Tanto en el fresco Apoteosis de San Eusebio (1757) del techo de la iglesia de S. Eusebio, Roma, como en el fresco Parnaso (1761) para el techo de la Villa Albani de Roma, Mengs intentó evitar las cualidades barrocas y enfatizar sus doctrinas clasicistas, sin realmente tener éxito. Ostentosamente basado en su estudio de la escultura clásica, antibarroco en su concepto, el Parnaso es una de sus obras menos atractivas, a pesar de su tremenda fama e influencia.
En 1761 Mengs fue llamado a Madrid, donde fue nombrado pintor de la corte y trabajó febrilmente, produciendo frescos para los palacios reales de Madrid y Aranjuez, así como muchas pinturas religiosas, obras alegóricas y retratos, todos inmensamente exitosos, hasta que el agotamiento total lo forzó a detenrse a descansar en 1768.
De regreso a Roma, al año siguiente, pintó el fresco Alegoría de la historia y el tiempo del techo de la cámara dei Papiri en la Biblioteca del Vaticano, una obra de mucha mayor importancia que el Parnaso, que presagiaba, como ya lo estaba haciendo, la pintura alegórica e histórica del siglo venidero.
Mengs regresó a Madrid en 1774 para otro período de trabajo en la corte española. Sus últimos 2 años los pasó en Roma, donde murió de tuberculosis el 29 de junio de 1779.
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